Consentimiento informado: por qué las conversaciones son cruciales

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“Esto es increíble, me encanta”. Retrato de Veronique Eulalie Rasoarimanana afuera de su casa sosteniendo su fotografía que incluye el bordado de Victoria Villasana. Pueblo de Tsarafangitra, municipio de Belavabary, distrito de Moramanga, Alaotra Mang...
Image: WaterAid/ Ernest Randriarimalala

Si un desconocido apareciera en su casa y empezara a tomar fotos de usted y de su familia, ¿cómo reaccionaría?

Si esa persona se mostrara muy amable y le dijera que venía de lejos y usted pensara que podría ayudarte de alguna manera, y le preguntara: «¿Puedo tomarte una foto?», ¿se sentiría presionado a decir que sí? ¿Supondría que estaría dando su consentimiento para que esa persona utilizara su imagen para un fin propio, o para compartida en las redes sociales o incluir en algún tipo de publicidad?

Suponemos que a) no le agradaría esa situación, y b) pensaría que no estaba bien que se exhibiera su imagen alrededor del mundo sin su conocimiento o consentimiento.

Entonces, ¿ por qué nosotros, como ONG, suponemos que esto es apropiado cuando reunimos imágenes de los países en los que trabajamos?

Esas imágenes y las historias que las acompañan no son solo una forma de promover nuestra causa sino relatos personales de la vida de alguien. La forma en que las reunimos y utilizamos es importante y puede tener impactos duraderos. El uso de imágenes y representaciones requiere mucho tiempo de emisión, pero la recopilación efectiva de contenido y todas las consideraciones que deberían entrar en el proceso se discuten menos.

El consentimiento pleno requiere conversaciones detalladas

En un sector tan centrado en la participación y el empoderamiento de la comunidad, este aspecto todavía se pasa por alto. Si queremos defender nuestros valores de respeto y protección, y que las personas que aparecen en nuestras fotografías participen activamente en el proceso de creación de imágenes, el pleno consentimiento informado es crucial.

No basta con preguntar «¿Puedo tomarle una foto?». Todos tenemos que pasar tiempo con las personas con las que estamos trabajando, discutiendo qué queremos hacer, por qué queremos hacerlo, qué historias podrían querer contar, cuáles son sus preocupaciones y si les interesa participar.

Es fundamental que tengamos claro lo que significa realmente esa participación —que su imagen y su historia podrían terminar en una cartelera, en una publicación en Facebook, en la televisión o en cualquier otro lugar— antes de que empecemos a recopilar imágenes e historias. Sólo teniendo estas conversaciones nos aseguramos realmente de obtener un consentimiento informado.

Si interpretamos esto como mucho trabajo extra, hay una buena noticia: en nuestra experiencia en WaterAid y Save the Children, tener conversaciones más completas significa que las personas que aparecen en las fotos se convierten en participantes comprometidos, que adoptan una postura activa sobre su propia representación y los elementos de su vida que están felices de compartir. Y las historias que creamos juntos son piezas de comunicación más poderosas y eficaces.

Esto también ayuda a superar el desequilibrio de poder entre los recolectores de contenido (a menudo del Reino Unido) o el personal de país (al que con frecuencia se le considera como proveedor de un servicio) y las comunidades con las que trabajamos. Una conversación completa nos permite darnos cuenta de quién realmente desea contar su historia y da margen para que los que quieren decir «no» lo hagan.


Escuche el primer episodio de nuestro podcast Well, Well para saber más sobre cómo recopilamos historias de las comunidades donde trabajamos.
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De la ética a las reglas

Los argumentos legales también entran en juego: el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) exige que si usted está recopilando datos personales, debe tener pruebas de "la manifestación de voluntad libre, específica, informada e inequívoca por la cual el interesado acepta, mediante una clara acción afirmativa, el tratamiento de sus datos personales". Si bien esta normativa se aplica a los países de la UE, todos tenemos el deber de diligencia ante aquellos con los que trabajamos. Debemos asegurarnos de que estamos siguiendo el mismo enfoque independientemente de dónde recojamos esos «datos».

Los colaboradores deben saber:

• cómo se podrían utilizar sus imágenes
• cuánto tiempo podrían utilizarse sus imágenes
• que tienen derecho a retirar su consentimiento en cualquier momento y, en caso de que decidan retirarlo, recibir información detallada sobre cómo hacerlo
• que el retiro de su consentimiento no solo es admisible sino un derecho legal.

Estas reglas no solo se aplican a quienes trabajan con creadores de imágenes profesionales, sino también a todos los que recopilan fotos e historias, trátese de simpatizantes en una visita o de trabajadores de campo que recopilan datos para un informe. Todos tenemos que considerar cómo y dónde puede terminar una imagen y asegurarnos de que la persona que aparezca en ella participe activamente en ese proceso.

También es importante no hacer falsas promesas. Si usted dice que la imagen es solo para un informe, ¿puede estar 100% seguro de ello? Alguien más puede fácilmente tomar esa imagen y publicarla en línea. Y si termina en línea, ¿esto puede poner en riesgo a su colaborador repentinamente? Es mejor y más honesto decir al inicio de la conversación que podría terminar en cualquier lugar.

Una situación de ganar-ganar

Si este blog le está haciendo entrar en pánico, ¡no se preocupe! No es tan complicado. Solo recuerde tener una conversación adecuada con la gente y asegúrese de obtener su pleno consentimiento informado antes de recopilar su historia.

Es posible que tarde un poco más y consiga menos contenido, pero si hace más conciso su informe obtendrá historias de mejor calidad que facilitarán su postproducción. Si hace bien esto, conseguirá colaboradores informados y comprometidos y mejores imágenes e historias para su causa.

Tamsin Maunder Betti es Directora de Marca y Creativa en WaterAid y copresidente del grupo Bond People in the Pictures junto con Jess Crombie, consultora de contenidos e historias, y profesora asociada en la UAL.

 

El grupo Bond People in the Pictures encargó a Siobhan Warrington, Directora de Oral Testimonies Works y coautora de People in the Pictures, que elabore nuevas directrices éticas sobre imágenes para el sector, que se someterán a la aprobación de los miembros de Bond en su asamblea general anual y se integrarán al acta constitutiva (en sustitución del código Conchord sobre imágenes) a finales de este año. Estas directrices abordan la recopilación y el uso de contenidos (imágenes e historias) y una declaración de práctica éticas relativa a la recopilación y el uso de contenidos por parte de las ONG.

Este blog también está publicado en el sitio web de Bond