Cinco principios de derechos humanos que sitúan a las personas en el centro de las respuestas en materia de agua, saneamiento e higiene ante el COVID-19 

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Nakate Josephine, de 56 años, demostrando a su vecino Christopher Tumwine, de 33 años, cómo utiliza una botella de plástico improvisada en la entrada de su casa para lavarse las manos frecuentemente como medida para detener la propagación del coronavirus
Image: WaterAid/ James Kiyimba

Capacitar a las personas marginadas y vulnerables, así como aumentar su dignidad, nos ayudará a salir de la crisis del COVID-19 con sociedades más sanas y oportunidades reavivadas para el desarrollo y la paz. Louisa Gosling, Naomi Carrard, Hannah Neumeyer y Virginia Roaf comentan cómo al aplicar los principios de los derechos humanos se pueden salvar vidas ahora y en el futuro.

El virus no discrimina, pero su impacto —y nuestras respuestas— sí.

- Secretario General de la ONU, António Guterres.

Todos estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para minimizar el impacto de la pandemia de coronavirus. Abrumadoramente, la respuesta en todo el mundo ha sido reducir la transmisión mediante el distanciamiento, el lavado de manos y el refuerzo de los sistemas de salud pública. Sabemos que los servicios de suministro de agua, saneamiento e higiene son fundamentales para responder ante el COVID-19. Entonces, ¿cómo ayudan los derechos humanos?

Desde el punto de vista de los derechos humanos se revelan oportunidades inesperadas a medida que respondemos a la crisis actual y planificamos para el futuro. La aplicación de los principios de los derechos humanos (igualdad y no discriminación, participación, transparencia, rendición de cuentas y sostenibilidad) profundiza las respuestas de los servicios de WASH ante el COVID-19, ayudando tanto a proteger a todos ahora como a construir sociedades más equitativas y sostenibles.

Lo que hagamos ahora forjará el mundo posterior al COVID y nuestra resiliencia ante futuras amenazas, ya sean el cambio climático u otras crisis sanitarias.

Igualdad y no discriminación

Los riesgos que representa el COVID-19 no son iguales para todos. Esto es evidente en todo el mundo. Al igual que las personas de la tercera edad, aquellas con problemas de salud, aquellas que habitan viviendas inadecuadas (especialmente las que se encuentran en asentamientos densos sin acceso a servicios básicos), los indigentes, los trabajadores inmigrantes, y todas aquellas personas que tienen que salir a trabajar todos los días para sobrevivir o que cumplen funciones que, si bien son necesarias, son subestimadas, como las de los trabajadores sociales o los encargados de la limpieza de las calles —todas esas personas corren mayor riesgo de contraer el virus porque tienen menos posibilidades de tener buenos hábitos de higiene y distanciamiento físico—. También se ven más afectadas por las disposiciones de distanciamiento o encierro, ya que sus limitados medios de subsistencia se ven anulados o restringidos.

Las personas que no pueden pagar sus facturas de agua y saneamiento corren el riesgo de perder servicios esenciales. Los expertos en derechos humanos independientes de la ONU han pedido a los Gobiernos que prohíban las desconexiones y amplíen el acceso continuo al agua a las personas que aún no lo tienen. Los Gobiernos están obligados a garantizar el acceso a los servicios. Deben intervenir para que los proveedores de servicios sigan prestando servicios y no enfrenten dificultades financieras al hacerlo. Esta no es una tarea fácil, dada la cantidad y diversidad de los proveedores de servicios de agua y saneamiento públicos, privados y comunitarios, pero reforzar el reconocimiento de estos servicios básicos como servicios públicos es fundamental para cumplir con los derechos humanos.

Los trabajadores de saneamiento realizan tareas vitales y, sin embargo, están particularmente expuestos al COVID-19. A menudo son sujetos a discriminación, y trabajan sin protección ni dignidad. Los limpiadores, los trabajadores sociales y las numerosas mujeres y niños que salen a conseguir agua para sí mismos y para otros también corren el riesgo de exponerse al virus.

Al igual que en muchas áreas de desarrollo, las mujeres —a pesar del papel central que desempeñan— a menudo son ignoradas o excluidas en la toma de decisiones, por lo que no se tienen en cuenta sus necesidades y los riesgos específicos a los que se enfrentan. Sin embargo, muchas organizaciones están investigando y documentando las repercusiones generalizadas de la pandemia por género y las medidas para responder a ellas. La justicia de género debe ser un elemento central en la respuesta en materia de servicios de WASH, y existe una necesidad imperiosa de establecer colaboraciones con mujeres líderes y organizaciones de mujeres para encontrar formas de cumplir con esto.

Los derechos humanos al agua y al saneamiento (y otros derechos) exigen que nuestra respuesta ante el COVID-19 aborde estas desigualdades . Promueven y protegen las voces de las personas discriminadas, marginadas y vulnerables, y garantizan que las respuestas al virus las incluyan de manera proactiva.

La colaboración entre ejecutores de WASH y organizaciones que representan los derechos de los grupos marginados —incluidas aquellas que se centran en personas con discapacidades, personas en determinado grupo etario, habitantes de barrios bajos, presos, la infancia o las mujeres— aporta nuevos conocimientos y medidas que garantizan servicios inclusivos de agua y saneamiento. De esa colaboración ya están surgiendo soluciones innovadoras, que hacen que los mensajes sobre higiene y las estaciones para el lavado de manos sean accesibles para las personas con discapacidades, y pertinentes para diversas poblaciones en entornos difíciles.

WaterAid Papúa Nueva Guinea proporcionando megáfonos, tinta y papel para imprimir materiales de sensibilización, apoyando a las autoridades sanitarias locales en la preparación para el COVID-19.
WaterAid Papúa Nueva Guinea ha proporcionado megáfonos, tinta y papel para imprimir materiales de sensibilización, apoyando a las autoridades sanitarias locales en la preparación para el COVID-19.
Image: WaterAid Papua New Guinea

Participación

Las epidemias de SIDA y ébola nos enseñaron la importancia de colaborar con las comunidades afectadas. Es fundamental fomentar la confianza entre el Gobierno y la sociedad civil para garantizar la idoneidad, eficacia y sostenibilidad de las respuestas, a fin de asegurar la fluidez de información precisa y útil, y de evitar daños indirectos o accidentales.

Las medidas de distanciamiento físico están creando más barreras para muchos y reduciendo participación y voz, especialmente cuando los procesos participativos dependen ahora de Internet. Existe una brecha digital demostrada entre los géneros, exacerbada por la pobreza. Por ejemplo, los datos de la OCDE indican que, a nivel mundial, es 26 % menos probable que las mujeres tengan un teléfono inteligente que los hombres (70 % menos probable en Asia meridional y 34 % en África).

Los mecanismos nacionales de coordinación (como las agrupaciones de WASH) deben incluir a la sociedad civil y organizaciones que representen a diferentes sectores de la población. Esto puede ayudar a los Gobiernos a identificar a las personas vulnerables y establecer medidas que apoyen eficazmente a quienes de otro modo se quedarían atrás.

De cara al futuro, hacer que los modos de participación y asociación sean más inclusivos podría sentar las bases para un desarrollo impulsado de manera más local más allá de la pandemia.

Transparencia y acceso a la información

La transparencia y el acceso a la información están intrínsecamente vinculados a la participación. Si la información no es correcta o bien entendida por los destinatarios previstos, no tiene valor. Además, si bien los mensajes claros y coherentes son importantes para reforzar el cambio de comportamiento, deben adaptarse a diferentes contextos. ¿Cómo pueden las personas que viven en asentamientos informales o en zonas rurales remotas responder a los mensajes de "lavarse las manos" si no tienen un suministro seguro de agua en su terreno?

Para llegar a las personas más marginadas debemos ser creativos y comunicarnos en los idiomas locales a través de diversos canales apropiados para los lugares y las personas afectados. Por ejemplo, muchos países como Tanzania, Ruanday Nepal, usan la radio para transmitir jingles a través de megáfonos en las comunidades sin cobertura de FM. Ellenguaje de señas y el braille se pueden utilizar para llegar a personas con deficiencia auditiva o visual.

En Nigeria, las redes locales de la sociedad civil y los medios de comunicación se están comunicando a través de miembros de la red en las comunidades para compartir información e impulsar campañas para mejorar los servicios de WASH en los centros de salud. Encontrará más ideas en recursos como la Guía de BBC Media Action para fomentar la participación comunitaria a distancia.

Y en Sudáfrica, los residentes de asentamientos informales supervisan el acceso al agua y el saneamiento durante la crisis de COVID-19, compartiendo los datos con las autoridades municipales y los medios de comunicación. Esta iniciativa ya ha dado como resultado una mejor prestación de servicios y nuevos canales de colaboración con las autoridades municipales.

Un hombre lee mensajes de concienciación a través de un megáfono en una comunidad de Bangladesh.
Un hombre lee mensajes de sensibilización con un megáfono en los alrededores de una comunidad de Bangladesh.
Image: WaterAid Bangladesh

Rendición de cuentas

La rendición de cuentas entre los Gobiernos, la sociedad civil y los organismos de desarrollo es tan crítica como siempre en una crisis. Observamos una recaudación y distribución de fondos sin precedentes en respuesta al COVID-19, sin embargo, el uso y contabilización de esos fondos no siempre son claros.

La rendición de cuentas es esencial para minimizar la corrupción y lograr servicios equitativos, sostenibles y de alta calidad. Esto es importante tanto para la adquisición y distribución de beneficios de emergencia en la respuesta inmediata al COVID-19, como para la sostenibilidad a largo plazo de los servicios de WASH.

Lamentablemente, los mecanismos de rendición de cuentas y las relaciones en el ámbito de los servicios de WASH a menudo son débiles. Las redes de la sociedad civil deben estar en condiciones de abogar por la transparencia y la rendición de cuentas en la respuesta de servicios de WASH en esta crisis, vigilar cuánto de los fondos disponibles para la pandemia se invierten en consideraciones de derechos humanos y para el desarrollo sostenible de los servicios de WASG . Puede haber más oportunidades porque la pandemia ha elevado el perfil de los servicios de WASH, lo cual puede crear un espacio para que los agentes en materia de suministro de agua, saneamiento e higiene contribuyan a iniciativas más amplias de rendición de cuentas. Un ejemplo que vincula los servicios de WASH a la coalición para la consolidación de la paz y la construcción del Estado en Sierra Leona demuestra este potencial.

Los Gobiernos también son responsables de la forma en que imponen medidas de contención que limitan la capacidad de las personas para salir, trabajar, buscar agua y utilizar retretes. En muchos países observamos un uso excesivo de fuerza para garantizar el cumplimiento con el encierro, penalizando a las personas que deben salir de su hogar para satisfacer sus necesidades básicas. Esto viola los derechos humanos y puede evitar que se reduzca la propagación del virus si crea miedo y destruye la confianza entre el Gobierno y las comunidades, como se observó en la respuesta al VIH. En momentos de respuesta a los desastres, los valores del gobierno abierto pueden verse sometidos a una intensa presión, pero también pueden contribuir de manera significativa a obtener mejores resultados cuando existe una sólida cooperación y confianza entre las autoridades y el pueblo.

Sostenibilidad

La sostenibilidad y los niveles de servicio deficientes ya constituyen una enorme barrera para cumplir con los derechos de las personas al agua y el saneamiento, a menudo debido a la debilidad de los sistemas. Estos pueden fortalecerse o debilitarse según la forma en que respondemos a esta pandemia.

La sostenibilidad es un principio de los derechos humanos; no debemos perder los avances que se han logrado. La esperanza para el mundo posterior al COVID-19 —si usamos los derechos humanos como norte— es encontrarse en una posición más fuerte que antes. Esto significa proporcionar mejor acceso al agua y al saneamiento a las personas vulnerables y marginadas; comprender mejor cómo eliminar las desigualdades; y estar mejor preparados para los futuros riesgos para la salud y los impactos inevitables del cambio climático.

Cómo emergemos del COVID-19

La pandemia de COVID-19 tendrá repercusiones profundas y duraderas en la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros. Apenas somos capaces de imaginar la inmensidad de los cambios económicos y sociales que surgirán.

Los derechos humanos hacen que las personas sean el centro de atención. Capacitar a quienes actualmente están marginados y son vulnerables, así como aumentar su dignidad, nos ayudará a salir de esta crisis con sociedades más sanas y oportunidades reavivadas para el desarrollo y la paz. Los principios de los derechos humanos deben guiar nuestras respuestas y nos conducirán a resultados mejores, más inclusivos y sostenibles, protegiendo y salvando vidas ahora y en el futuro.

Louisa Gosling es directora sénior de servicios de WASH de WaterAid en el área de Rendición de cuentas y derechos; Naomi Carrard es directora de investigación en Institute for Sustainable Futures (University of Technology Sydney); Hannah Neumeyer es directora de Derechos Humanos en WASH United y Virginia Roaf es asesora sénior en Saneamiento y agua para todos.

Este blog es el resultado de la colaboración de WaterAid, Saneamiento y agua para todos, Institute for Sustainable Futures ( University of Technology Sydney), WASH United, End Water Poverty , Kewasnet, Rural Water Supply Network, Water Youth Network, Hope Spring Water, Simaviy Water Integrity Network.