Necesitamos baños públicos y comunitarios que se adapten a las mujeres y las niñas, no sólo a los hombres

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Image: WaterAid/ Behailu Shiferaw

Es derecho humano de todos poder usar un baño, cuando y donde lo necesiten. Priya Nath, asesora de igualdad, inclusión y derechos de WaterAid, explica por qué los baños públicos y comunitarios deben servir tanto a las mujeres como a los hombres, y cómo adaptarlos a las mujeres.

A veces, las cosas han sido de cierta manera durante tanto tiempo que olvidamos que podrían ser diferentes.

Este fue el caso de los baños durante mucho tiempo. El diseño, la planificación y la gestión de los baños públicos, por ejemplo, ha sido, y en muchos países sigue siendo, un campo de trabajo dominado por los hombres. El diseño tradicional de baños públicos ha reflejado esto al adecuarse mejor a un cuerpo masculino típico.

Pero las diferencias biológicas y fisiológicas en las poblaciones, así como los roles y normas dentro de nuestras sociedades, afectan cómo diferentes personas usan el baño y lo que necesitan de uno.

¿Por qué importa esto?

Un enfoque “que sirva a todos”, sin perspectiva de género, no crea instalaciones sanitarias públicas o comunitarias que se adapten a todos. Por lo general, no están adaptadas para mujeres, personas con discapacidad, ancianos y cuidadores que apoyan a otros a usar el baño. Esto obliga a las personas, que probablemente ya se enfrentan a otras barreras que restringen su participación, a encontrar otras maneras de gestionar sus necesidades de un baño cuando salen.

Design of an accessible female-friendly toilet.
Ilustración de un inodoro accesible para las mujeres.
Image: WaterAid/ Verónica Grech

Ir al baño, en múltiples puntos durante el día y la noche, es un requisito humano básico y un derecho humano para todos. Tener acceso a un baño en casa es vital, pero la gente también necesita tener un lugar donde ir cuando se trasladan por su ciudad o pueblo o van al trabajo y al mercado, socializan o simplemente hacen su vida cotidiana.

WaterAid trabaja en 28 países de ingresos bajos y medios de todo el mundo. En la mayoría de los lugares, no hay suficientes baños públicos y comunitarios. Por ejemplo, una encuesta realizada en 2011 por WaterAid en Bangladesh reveló que en Dhaka solo había 47 baños públicos para unas 7 millones de personas. Y una cartografía realizada en 2016 por el Centro de Migrantes Urbanos en Ahmedabad, India, encontró que más de 20,000 personas dependían de los 262 baños públicos y comunitarios de la ciudad, solo seis de los cuales estaban en “buenas” condiciones.

Ignorar a la mitad del mundo

En los casos en que existen instalaciones, a menudo no se tienen en cuenta las cuestiones de género y no satisfacen algunas de las necesidades específicas que tienen las mujeres y las niñas en cuanto a su uso de los baños. Por ejemplo, los baños deben adecuarse a las necesidades de la menstruación —incluso en algún lugar higiénico y privado para lavar o eliminar los productos menstruales usados— y para las presiones en aumento o diferentes sobre el cuerpo durante el embarazo, la menopausia o los periodos de incontinencia (que afecta más a las mujeres que a los hombres).

Además, las instalaciones actuales no siempre responden adecuadamente a las diferentes presiones y realidades sociales a las que se enfrentan las mujeres y las niñas. En la encuesta de Dhaka, tres cuartas partes de los 47 bloques no eran aptos para las mujeres ni las niñas porque se encontraban en zonas inseguras o carecían de suministro confiable de agua o no tenían iluminación, lo que los hacía poco prácticos, indeseables e inseguros para ellas.

Esto significa que los baños no están atendiendo adecuadamente a las necesidades de al menos la mitad de la población.

Los profesionales y académicos están desafiando este tipo de planificación y diseño sin perspectiva de género. Cada vez es más consciente de la necesidad de hacer que los baños sean aptos para las mujeres, y más mujeres están participando en el proceso de hacerlo realidad, como planificadoras, ingenieras, funcionarias de gobierno local y promotoras. Pero el progreso es demasiado lento e incongruente.

Una guía para planificadores y encargados de tomar decisiones

Para ayudar a arrojar luz sobre cómo podemos superar el suministro de saneamiento sin perspectiva de género, WaterAid, UNICEF y WSUP han creado baños públicos y comunitarios adaptados a las mujeres, una guía para planificadores y encargados de tomar decisiones. Diseñada para los responsables de proporcionar, construir o mantener estos baños, la guía incluye descripciones de características prácticas, evidencia de apoyo y directrices para garantizar que los baños estén diseñados y adaptados para que sean aptos para las mujeres.

Se basa en muchos ejemplos de buenas prácticas y directrices técnicas, y reúne estas y las características clave de los baños adaptados a las mujeres en un recurso fácil de consultar, para que los funcionarios y planificadores locales los utilicen como punto de partida desde el cual trabajar. Vea la siguiente animación para obtener una práctica introducción:

Más que un lugar al que ir

Es importante tener en cuenta que las características aptas para las mujeres descritas en la guía no deben considerarse como extras opcionales o situaciones “ideales”; son esenciales. Si bien la adaptación local es vital, también lo es el reconocimiento de que cuando los baños públicos y comunitarios no satisfacen las necesidades de las mujeres y las niñas, o las de las personas mayores o con discapacidad, esto contribuye a la ya importante discriminación que estos grupos podrían estar experimentando.

Los efectos negativos sobre la salud y la movilidad, el estrés fisiológico y la seguridad, los resultados económicos y la capacidad de participar en pie de igualdad en la vida pública ya no deben tolerarse como normales.

Los baños comunitarios y públicos aptos para las mujeres son parte de la solución. Son un componente vital de las ciudades seguras y sostenibles que funcionan para todos los habitantes, no solo para una minoría.

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