No se puede gestionar lo que no se mide, pero ¿hay que medir lo que no se puede gestionar?

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Image: WaterAid/Sam Vox

Muchos países están desarrollando o revisando sus sistemas de monitoreo del sector hídrico para determinar si cumplen con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, ¿debemos basarnos en los datos recopilados a nivel doméstico sobre el acceso a agua limitada, básica o gestionada de forma segura, tal como se define en el Programa Conjunto de Monitoreo?

Los países se han comprometido a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: proporcionar acceso universal a su población con servicios de abastecimiento de agua gestionados de forma segura, y metas específicas de cada país. Este es un proceso que los gobiernos, como titulares de obligaciones, necesitan gestionar. Por lo tanto, también son responsables de medir los avances al respecto.

Las definiciones propuestas en el Programa Conjunto de Monitoreo (JMP) para la meta 6.1 de los ODS requieren la recopilación de datos a nivel doméstico, ya que son los hogares los que deben indicar si obtienen agua de una fuente mejorada, el tiempo que les lleva obtener esa agua y si esa agua está disponible cuando sea necesario. Sólo la calidad del agua, por ahora, no se mide a nivel de los hogares, sino que proviene de datos a nivel de proveedor de servicios. Existen diferentes instrumentos que los gobiernos pueden utilizar para obtener datos de los hogares, a menudo dirigidos por oficinas nacionales de estadística:

  • Censos. En teoría, un censo recogería respuestas a las preguntas anteriores para todos los hogares del país. Proporcionaría a los planificadores a todos los niveles, desde nivel distrital hasta nivel nacional, una visión de los porcentajes de la población que tiene diferentes niveles de acceso; también daría una idea de dónde viven estas personas. El inconveniente de los censos es que no ocurren con frecuencia, normalmente sólo una vez cada 10 años. Se trata de un horizonte demasiado largo para planificar y gestionar las intervenciones relacionadas con el agua.
  • Encuestas de hogares. Las oficinas nacionales de estadística también realizan periódicamente, una vez al año o cada dos años, diferentes encuestas en los hogares, como MICS (encuestas agrupadas de información múltiple) o DHS (encuestas demográficas y de salud). No se basan en censos sino en muestras. A una muestra representativa de la población se le formulan una serie de preguntas, incluidas las relativas al acceso al agua y al saneamiento. Extrapolar las respuestas da una idea de los porcentajes de la población con diferentes niveles de acceso. En su mayoría, esas encuestas son representativas del nivel del país o de las grandes unidades subnacionales, como los estados de los países federales o las provincias. Esto significa que pueden observarse diferencias en el acceso entre esas unidades administrativas más grandes, y usarse para establecer prioridades entre esas unidades. Pero esas unidades raramente son aquellas en las que se administra el suministro de agua. Además, las encuestas no dan una idea de dónde viven las personas con diferentes niveles de servicio dentro de esa unidad. Las encuestas se utilizarían en la planificación a nivel macro económico y el seguimiento del avance, pero no en la planificación de intervenciones a nivel distrito en el que suelen ocurrir.

Los sistemas de monitoreo del sector hídrico, que están en vías de desarrollo o se están revisando en muchos países, podrían ser la solución. Tienen por objeto proporcionar a los gobiernos distritales y a los proveedores de servicios datos sobre el estado y la calidad de los servicios de abastecimiento de agua, a fin de que puedan planificar, presupuestar y administrar la infraestructura y los servicios que prestan. Una pregunta clave que se ha planteado en varios de los debates en los que hemos participado es si esos sistemas de supervisión sectorial deben incluir datos procedentes de las encuestas en los hogares.

Para responder a esto, necesitamos saber primero qué es lo que administran los gobiernos distritales. Sólo entonces podremos responder a lo que deben medir y cuáles son los indicadores adecuados para ello. En términos generales, los gobiernos distritales y los proveedores de servicios gestionan tres tipos de actividades relacionadas con el abastecimiento de agua:

  • Desarrollo de la infraestructura hídrica que proporciona los servicios. Para ello, la información sobre el acceso y el nivel de servicio a nivel de los hogares es demasiado detallada. Bastaría saber en términos generales, qué comunidades cuentan con un sistema de abastecimiento de agua en funcionamiento y cuáles no, pero sin saber necesariamente los detalles de quién realmente accede y utiliza el sistema en la aldea. De hecho, es imposible planificar el desarrollo de infraestructura con base en datos de muestras a nivel de los hogares. Para ello, se necesita saber no sólo el porcentaje de la población con diferentes niveles de acceso, sino también dónde viven. Por lo tanto, para este tipo de actividad un distrito idealmente utiliza datos sobre si hay un servicio de agua en un pueblo o no.
  • Gestión de los servicios existentes y los niveles de servicio que estos proporcionan. Esto requerirá datos a nivel del proveedor de servicios y del sistema, aunque no necesariamente el nivel de servicio utilizado por los hogares. Idealmente, un distrito disponía de esa información para todos los sistemas y proveedores de su área de jurisdicción para informar las intervenciones en la gestión de los servicios existentes.
  • Garantía del uso de los servicios. Incluso en los casos en que existen servicios, por diferentes razones los miembros del hogar no siempre los utilizan plenamente. Comprender y abordar las razones del escaso uso es clave para llegar a una respuesta específica de la administración con el fin de mejorar el uso. Esto requeriría una visión del nivel de acceso en el hogar, mediante encuestas domésticas. Además, se necesitaría la toma de muestras a nivel de cada comunidad. Es necesario saber no solo qué porcentaje de la población utiliza diferentes sistemas de agua, sino también dónde se encuentran. Sólo con esa percepción se pueden dirigir los esfuerzos a esas poblaciones.

En resumen, para gestionar la prestación de servicios, la información doméstica sobre el nivel de servicio recibido es útil, pero no esencial. Los datos de los hogares son esenciales para el seguimiento del uso de los servicios y la definición de medidas que garanticen su utilización. Además, esos datos servirían para validar los niveles de servicios proporcionados.

Las encuestas domésticas requieren de un gran esfuerzo y recursos, no sólo para recopilar información, sino también para analizarla. Por consiguiente, los gobiernos deben evaluar el esfuerzo de realizar encuestas domésticas en relación con la información adicional que ofrece y su posible uso. Por lo tanto, no se trata de si deben recopilarse o no datos a nivel doméstico. Más bien se trata de una cuestión temporal y espacial con la que se recopila la información. Específicamente, recomendamos lo siguiente:

  1. Colaborar con los datos de los hogares recogidos por las oficinas nacionales de estadística. Estos seguirán recopilando esos datos de forma regular y se utilizarán para dar seguimiento al avance general de un país en relación con el ODS 6 y en muchos países con algún análisis subnacional. Somos conscientes de que esto rara vez se reduce al nivel en el que se gestionan los servicios de abastecimiento de agua. Pero son datos muy importantes para hacer un seguimiento del desarrollo. Todavía vemos que muy pocos profesionales del sector entienden plenamente estos datos, y mucho menos participan en su uso.
  2. Recopilar datos domésticos como parte de los sistemas de monitoreo del sector hídrico, pero con una frecuencia relativamente baja, por ejemplo, cada cuatro años más o menos cuando se dispone de otras fuentes (por ejemplo, iNGO, que recopilan puntos de referencia representables). Este es un periodo de tiempo suficiente para validar los datos procedentes de la información a nivel sistema o proveedor con aquellos sobre el uso real.
  3. Dar prioridad a los datos domésticos en países o distritos donde los niveles nominales de acceso son relativamente altos, digamos por arriba del 85%. En esos casos, normalmente hay muy pocas comunidades que carecen de suministros mejorados. En esos lugares, el objetivo es garantizar que "el 15% faltante" también tenga acceso a los servicios. Esto significa en muchos casos abordar la equidad dentro de las aldeas, promover cambios de comportamiento o trabajar en la asequibilidad de los servicios.

En conclusión, los gobiernos, como titulares de obligaciones y proveedores de servicios, deben priorizar la medición de datos de los servicios prestados, de tal forma que estos puedan informar la gestión de los servicios. La gestión sobre la base de los datos domésticos sobre los servicios recibidos, es más difícil. Por lo tanto, recomendamos tener precaución en cuanto al alcance de la medición de esos datos como parte de los sistemas nacionales de monitoreo sectorial.

 

Ellen Greggio es Asesora de Programas de Monitoreo & Mapeo en WaterAid, y tuitea como @EllenGreggio. Stef Smits es Director Senior de Programas de IRC y tuitea como @SmitsStef.

Este blog fue publicado por primera vez en el sitio web de IRC Wash >