Cómo la financiación sostenible puede posibilitar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y cumplir los derechos humanos
Ante una pandemia mundial, la crisis climática y la creciente deuda, el financiamiento para agua, saneamiento e higiene (WASH) debe ser asequible, verde e inclusivo y ayudar a fortalecer a largo plazo los sistemas nacionales que puedan satisfacer estos derechos humanos universales.
La desigual e inadecuada respuesta mundial a la COVID-19 está poniendo de manifiesto una insuficiencia crónica de inversión en los derechos humanos de agua, saneamiento, alimentación, educación, salud y vivienda.
La COVID-19 y la crisis climática destacan y agravan los efectos de la crisis del agua
Más de 2.000 millones de personas carecen de acceso a agua apta para el consumo y 3.000 millones, a instalaciones básicas de lavado de manos, que son una primera línea de defensa contra la pandemia en curso y otras; más de 1.000 millones de personas viven en barrios marginales, demasiado cerca para mantener el distanciamiento físico ; y al menos la mitad de la población mundial no tiene acceso a servicios de salud esenciales. La crisis reduce considerablemente las oportunidades de aprendizaje para cientos de millones de niños y los medios de subsistencia de casi la mitad de la fuerza laboral mundial.
Hace cinco años, 193 países aprobaron la histórica Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, comprometiéndose con una visión común y una agenda universal de desarrollo que «no deja atrás a nadie». Sin embargo, los recursos no han sido congruentes con la retórica, y la COVID-19 está socavando los frágiles progresos logrados. Los niveles mundiales de pobreza están aumentando por primera vez en décadas y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 1 y 2, Fin de la pobreza y Hambre cero, respectivamente, está considerablemente lejos.
Además, la pandemia coincide con una amenaza mayor e incluso existencial: temperaturas elevadas sin precedentes en el Ártico; calentamiento de los océanos del mundo; y los incendios forestales letales, ciclones y otros fenómenos extremos a nivel mundial. Todo esto ha llevado a llevado a un consenso científico de que el planeta Tierra enfrenta una clara e inequívoca emergencia climática.
Las brechas de financiamiento para el acceso universal a agua, saneamiento e higiene pueden cubrirse mediante un nuevo orden mundial sostenible
Combinadas, estas crisis de carácter social, económico y ambiental revelan la apremiante necesidad de avanzar respecto a los ODS e inspirar nuevas acciones colectivas hacia un orden mundial más justo, equitativo y sostenible. El financiamiento es medular para la ejecución de esta agenda, pero, en muchos países —especialmente en las economías de ingresos bajos e ingresos bajos y medianos— se dedican muy escasos recursos a los ODS y la perspectiva de que esta situación mejore es baja o nula. Es probable que en los países en desarrollo la COVID-19 reduzca la movilización de recursos internos y el apoyo externo a los ODS en al menos US$400.000 millones en 2020—21. Además, las obligaciones del servicio de la deuda externa han alcanzado niveles impagables: se adeudan US$1,5 billones anuales para el período 2022-2024 .
Common purpose, common future (Un propósito y un futuro comunes), un nuevo informe de End Water Poverty y WaterAid, muestra que, pese a su tamaño, es posible cerrar las brechas de financiamiento para lograr el acceso universal a agua apta para el consumo, saneamiento e higiene (ODS 6) y ejecutar la Agenda 2030. Sin embargo, el resurgimiento de problemas de endeudamiento del pasado indica que se requieren nuevas soluciones, que no sean ad hoc ni estén sesgadas hacia intereses y resultados a corto plazo. En cambio,hay que recaudar los fondos necesarios y gastarlos de una manera asequible, ecológica e inclusiva que apoye el fortalecimiento a largo plazo de los sistemas nacionales que se precisan para satisfacer los derechos humanos universales —en resumen, el financiamiento debe ser genuinamente sostenible—.
Se pueden recaudar nuevos recursos a través de las asignaciones de derechos especiales de giro del FMI; la eliminación progresiva de los subsidios a los combustibles fósiles a nivel mundial; la cancelación de la deuda de los países en desarrollo; aumentos en la asistencia oficial para el desarrollo basada en subvenciones y en el financiamiento para el clima; las medidas relativas a la evasión fiscal y los paraísos fiscales extraterritoriales; y nuevos impuestos sobre las emisiones de carbono las emisiones, las transacciones financieras y la riqueza.
En conjunto, estas acciones podrían dan lugar a una transformación en las finanzas públicas que priorice los ODS cada año hasta 2030 y a la vez catalizar y complementar el financiamiento privado disponible a escala nacional e internacional. Es fundamental que propicien un progreso real respecto a los ODS y la pandemia de COVID-19, sin aumentar la creciente e insostenible carga de la deuda de los países en desarrollo.
La COVID-19 ha demostrado que una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. En este año de crisis 2020, es más importante que nunca que la comunidad internacional se una para cumplir con los ODS, el Acuerdo de París y la Agenda de Acción de Addis Abeba, implementando las políticas y movilizando los recursos necesarios para su consecución, con la mira puesta en un propósito y un futuro comunes.
Al-Hassan Adam es Coordinador Internacional de End Water Poverty; Chilufya Chileshe es Gerente Regional de Incidencia Política de WaterAid en África del Sur y tuitea bajo el nombre@ChilufyaC; John Garrett colabora con WaterAid como Analista Principal en Políticas en Finanzas para el Desarrollo y tuitea bajo el nombre @JohnGarre; Katie Tobin es Asesora de Incidencia Política en WaterAid y tuitea bajo el nombre @travelingKT.